En la actualidad, la ansiedad es una realidad presente no solamente en los adultos, sino también en los más pequeños, y que podemos encontrar en nuestras aulas.
En general podemos comenzar a hablar de un "trastorno de ansiedad" cuando este estado permanece al menos 6 meses en la persona (DSM-V, 2013), y puede deberse a diferentes motivos: ansiedad ante los exámenes, ansiedad por la separación de los padres, por cambio de centro, por rechazo en el aula... En Secundaria, además, esta ansiedad puede ser desencadenada por el desajuste entre las expectativas del alumno respecto a su plan de vida o carrera y los resultados académicos.
Haciendo referencia al paradigma del iceberg, debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones puede existir ansiedad sin que llegue a manifestarse, pero, la realidad es que, hasta que no existe una manifestación (angustia, sudores, palpitaciones...) no se le presta atención.
Así pues, podemos adoptar una serie de pautas de intervención a trabajar desde el aula que pueden ayudarnos a intervenir más directamente sobre esta problemática:
- Relajación. La relajación o mindfullness está adquiriendo gran popularidad en los últimos tiempos, y es muy provechosa, dado que facilita un mayor autoconocimiento y conciencia sobre sí mismo.
- Crear un clima agradable en el aula. Hablar, ofrecer un espacio de diálogo donde los alumnos se sientan valorados, haciéndoles partícipes del proceso de e-a y escuchando sus opiniones. En este sentido se puede habilitar una "caja de sugerencias de clase" (de forma anónima).
- Afrontamiento. Poner nombre a los conflictos y ayudar a reconocerlos. Proporcionaremos a nuestros alumnos experiencias de todo tipo, adquiriendo diferentes roles, a través de role-playing. Son dinámicas que tienen gran aceptación, ya que adoptan el papel de alguien que no son.
- Superación constructiva del miedo. Lo peor que podemos hacer es evitar aquellas situaciones que nos provocan o generan ansiedad o miedo, porque cada vez esa evitación será mayor. Para ello, la aproximación sucesiva resulta muy conveniente, proponiendo pequeños retos a los alumnos. Por ejemplo, ante una fobia social o una excesiva introversión, podemos proponer a los alumnos el "bingo de los amigos", en el que deberán encontrar: un amigo que le guste el fútbol, un amigo que nació en noviembre, una amiga que le gusten los macarrones... hasta completar el tablero.
- Buen clima con el equipo docente. Es importante concienciar al resto de miembros del claustro sobre la importancia de las relaciones sociales:
- Potenciar los pensamientos positivos.
- Haciendo una lista de cosas que ya se han conseguido.
- Actividades más enriquecedoras para el alumnado con dificultades, que requieran su participación.
- Mantener la calma en todo momento y ser ejemplo a seguir. Especialmente en la educación obligatoria somos referentes para nuestros alumnos, por lo que debemos cuidar nuestras expresiones, gestos y demostrar unas adecuadas habilidades ante el afrontamiento de conflictos.
- Gamificación. La utilización de la gamificación en el aula está cobrando una gran importancia hoy en día, ya que favorece una mayor motivación de nuestros alumnos al usar "contenidos propios de los juegos en contextos no lúdicos". Podemos hablar de las "scape room", o la asunción de roles. A modo de ejemplo, y haciendo referencia a una sociedad medieval podemos asignar roles a los alumnos: druidas (ayudan a los compañeros en las tareas escolares), guerreros (mantienen el buen ambiente en el aula y evitan conflictos), diplomaticos (facilitan el juego en el recreo)...
- Familia. Será fundamental adquirir un adecuado cauce de comunicación, así como trabajar el autoconcepto y la autoestima desde casa. Cada niño es único, con sus potencialidades y sus áreas de mejora, y es importante reforzarle continuamente, pero también hacerle consciente de sus debilidades. La comunicación periódica con el centro educativo será clave para contribuir al desarrollo del alumno.
